Una de las dudas que nos suele asaltar al intentar imprimir nuestras fotos, es qué resolución utilizar para el tamaño en papel que deseamos.
He oído y leído muchas cosas al respecto, de hecho se han vertido ríos de tinta a este mar de Internet sobre el tema: que si el valor exacto no es importante mientras esté entre 200 y 300 ppp; que si 254 ppp; que si para obtener el máximo de calidad se deben utilizar 300 ppp; que si entre 1,5 y 2 veces la lineatura de trama, …
Toda esta variedad de opiniones viene provocada por un hecho: la imagen debe procesarse para adaptarse a la máquina antes de ser impresa; adaptación que cada fabricante hace como considera oportuno, y la calidad de las acciones necesarias, depende de criterios como velocidad de procesado o calidad final, dependiendo los mismos del fabricante, de la máquina utilizada y de los ajustes del controlador.
Pues bien, mi propuesta pretende independizar la resolución con la que mandemos nuestras imágenes a imprimir de todos estos aspectos, ya que no siempre imprimiremos con las mismas máquinas y mucho menos controlaremos o conoceremos en detalle el funcionamiento del controlador utilizado. Para ello me he basado en aquellas máquinas con las que estoy acostumbrado a trabajar, es decir, impresoras de inyección de tinta y láser, aunque creo que es aplicable a cualquier sistema de impresión, excepto aquellos que utilizan sistemas de trama ordenada en los que se complica un poco, y no resulta útil, pero ya volveré sobre esto más adelante.
La resolución de la imagen óptima para imprimir debe ser divisora de la resolución mínima del sistema de impresión. Dicho así puede parecer muy complicado, primero porque hay que saber cual es esa resolución mínima del sistema impresión y luego buscar un valor divisor, … buf, … pero en realidad es mucho más sencillo.
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