Un momento fugaz de esos en los que el azar parece hacerte un guiño. Un segundo después todo desaparece y sólo queda la fotografía. A veces quedo fascinado pensando el mágico poder que tiene una cámara, capaz de detener la luz y el tiempo en una fotografía. Esta magia se hace más evidente cuanto más pasa el tiempo; a los pocos segundos de hacer la foto, todo a cambiado, la imagen es irrepetible, a los minutos ya no tienes presente ningún elemento de los que ves en la fotografía, días, semanas, meses, años, las personas cambian, las cosas también; cuanto más tiempo pasa más evidente es la magia del momento detenido, hasta llegar a la máxima expresión de esa magia cuando el motivo de tu fotografía desaparece o muere. Miras tu fotografía y ves algo o alguien que existió.